Punta del Este, Uruguay

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Blanca Luz, la mujer que supo escandalizar a la sociedad del 1900


Desde Pan de Azúcar:  al mundo y al cine

BLANCA LUZ, LA MUJER QUE SUPO ESCANDALIZAR A LA SOCIEDAD DEL 1900

Lucía Inés  Bagnasco

Blanca Luz Brum Elizalde, fue una mujer que supo vivir a conciencia y de buena gana, escandalizando a la pacata sociedad de la época, y sorprendiendo con sus cambios ideológicos.

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Blanca Luz.

Pocas mujeres americanas tan inquietantes, tan hermosas e incomprensibles como Blanca Luz Brum. “Hace años en Montevideo, -contaba Javier Rioyo-, compré un libro sobre la vida de una inquietante y hermosa uruguaya …La devoré fascinado y desde entonces llevo años persiguiendo al fantasma real de una mujer que parece una leyenda. Atrapado por su vida, por sus excesos … el otro día me volví a encontrar con su realidad, su mito, en un artículo de Soledad Gallego-Díaz. Hablaba de un mural del «coronelazo» y pintor David Alfaro Siqueiros. Los desnudos de la mujer rubia de esa obra perdida, y rescatada en Buenos Aires, son los de Blanca Luz, su mujer durante algunos años al principio de los treinta del pasado siglo.

Blanca Luz Brum Elizalde (1905-1985)

Tuvo muchos amores, muchos hombres, muchas ciudades y varias vidas. Coqueta, mentirosa, seductora…fue una «reina comunista», una cortesana de tiempos revolucionarios. Exaltada escritora, poeta mediocre, que desde su belleza, su impertinente juventud y su osada libertad se metía con «las poetisas gordas, invertidas, sucias; con los poetas serios, muñecotes rellenos de piedras, melenudos, momificados, egipciados…».

1932. David Siqueiros y Blanca Luz

Tiempos de amor con el estalinista, bebedor de tequila y gran pintor que ya había gritado «abajo la pintura de caballete», Siqueiros. Una vida llena de emociones, cárceles, confinamientos, asesinatos políticos, aventuras revolucionarias y amigos que se llamaron Frida Kahlo, Diego Rivera, Tina Modotti, Eisnstein, Álvares Bravo, Sandino o Pablo Neruda, (con él conoce alguna noche de amor).

Mientras su marido la pinta desnuda para el mural del rico mecenas uruguayo, Natalio Botana, ella ya está enredada con el «emperador, el ciudadano Kane» de la prensa argentina.

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(David Siqueiros, Blanca Luz y Botana, personificados en la película «El mural».)

No le dura a mucho Botana. Cambia de amante, de país, y se casa por la Iglesia -sin haber renunciado a la fe comunista- con un ingeniero chileno.

Después vendrían los amores peronistas, incluido Juan Domingo Perón, antecedentes de aventuras entre la progresía y la burguesía de Chile.

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Cada vez más rubia y más conservadora. Quiere luchar contra «los rojos», huir de Allende, refugiarse en la España de Franco. Termina sus días protegida y admirada por Pinochet, en la isla de Robinson Crusoe. Olvidada de sus viejos compañeros de viaje, vive su última huida hacia delante”.

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Nació en Pan de Azúcar, en el año de 1905, y siguiendo la costumbre de las familias para con sus hijas en edad de merecer, más aún cuando las jóvenes se demostraban demasiado independientes, Blanca Luz fue internada pupila en un convento de Montevideo.

Nada pudieron las monjas con un amor que ya había nacido en las Sierras; y su enamorado, nada menos que el poeta peruano Juan Parra del Riego la raptó para casarse.

Es así que con 20 años pare a su hijo Eduardo, pero, a los seis días muere Parra del Riego.  Llega la joven viuda a Perú, para encontrarse con una cerrada sociedad que no admite el desliz y una familia política muy adinerada que la repudia.

Conoce entonces a José Carlos Mariátegui, un político socialista peruano de origen modesto pero que escribe encendidos artículos en la revista Amauta. Edita en Perú una pequeña revista: Guerrilla – Atalaya de la revolución que publicaba poesía rupturista y de contenido social. Allí resurge la encendida Blanca Luz como militante comunista.

En 1928 vuelve a Montevideo, describirá esta experiencia en el libro “Blanca Luz contra la corriente» publicado en 1936. “Hacia fines de 1928 logra publicar una sección semanal en el diario Justicia del Partido Comunista bajo el título de “El arte por la revolución” que pregona el deseo de terminar con “el arte por el arte para ponerlo al servicio de la revolución”.

Como delegado al Congreso de Sindicalistas llega en mayo de 1929 a Montevideo, el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros, el encuentro entre ambos es apasionado y Blanca Luz parte con él a México llevando a su hijo Eduardo.

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(Blanca Luz y su hijo)

En México se casan y viven tiempos difíciles: la pareja y el pequeño hijo de Blanca Luz permanecen dos meses presos. Son liberados pero Siqueiros vuelve a ser encarcelado por seis meses.

En México participa de las actividades culturales y políticas junto a Diego Rivera (con quien mantiene un romance), Frida Khalo (que hace escenas de celos), Tina Modotti, y Sergéi Eisenstein (que estaba filmando “Viva México”).

En 1933, ante la posibilidad de volver a la cárcel, la pareja llega a Montevideo y es recibida por Luis Eduardo Pombo, Carmelo de Arzadum, Justino Zavala Muniz, entre otros.

Cruzan a Buenos Aires y se hospedan en la casa de Victoria Ocampo. Es entonces cuando entra en escena el uruguayo Natalio Botana.

En 1915, a los 25 años de edad, Botana había fundado en Buenos Aires el periódico sensacionalista «Crítica».

En 1927 llegó a vender un millón de ejemplares. Publicaba notas firmadas por el Premio Nobel George Bernard Shaw, el físico Albert Einstein y el joven Jorge Luis Borges. Fue precursor en Argentina de los vuelos en avión hacia donde estuviera la noticia y de las figuras del «periodista estrella» o «cronista especial». Se dice que, de paso, también extorsionó a políticos y hombres de negocios. Muchos aseguran que el empresario fue la versión rioplatense de William Randolph Hearst, quien inspiró a Orson Welles para la película «El Ciudadano Kane» (1941).

Según el poeta Pablo Neruda, Botana era «un vibrante nuevo rico». El millonario había adquirido la villa «Los Granados», en las afueras de la capital, donde construyó un parque zoológico, un estudio cinematográfico y una mansión de más de mil metros cuadrados y 30 habitaciones en la que organizaba fastuosas recepciones. A esas fiestas asistieron, por ejemplo, un hijo de Benito Mussolini y el poeta español Federico García Lorca.

Enterado de que Siqueiros está en aprietos, Botana le ofrece alojamiento en «Los Granados» a cambio de que le pinte un mural. Y aquí comienza la turbulenta historia, que incluye una primera cena que según los periódicos, termina a los botellazos.

En la mansión reina una atmósfera densa. La esposa del dueño de «Crítica», una dramaturga anarquista aficionada al espiritismo, padece una depresión crónica. Un tiempo antes ella le había confesado a su primer hijo, de 17 años, que Botana no era su padre y el joven se suicidó de un balazo delante de sus otros hermanos. La mujer buscó consuelo en la morfina; el marido se hizo adicto al opio.

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(Salvadora Medina Onrubia, esposa de Natalio Botana)

En su nueva morada, Siqueiros se emborracha con su esposa, discuten a los gritos y a veces él la golpea. Para rematar, Blanca Luz Brum se convierte en amante del dueño de casa.

Pero Pablo Neruda tampoco escapa a los encantos de Blanca Luz. :»Algunos de los hombres más lúcidos y famosos de aquellos años solían congregarse a comer asados y a mirar películas en el microcine de Villa Los Granados.

En sus memorias, Pablo Neruda dedica varios párrafos a una cena en lo de Botana, en la que también estuvo Federico García Lorca. Parece que lo más interesante ocurrió tras los postres, cuando ambos poetas se escaparon al jardín acompañados por una colega “alta, rubia y vaporosa”, según recuerda Neruda, que enseguida entró en confianza.

“Ya comenzaba a desvestirla, cuenta el poeta chileno, cuando advertí los ojos de Federico que nos miraban.” La curiosidad indiscreta de su amigo rompió el clima y todo terminó en nada. (Pablo Neruda: «Confieso que he vivido»)

En ese ambiente, el muralista pone manos a la obra. En su primer mural subterráneo, Siqueiros decide crear algo sin «ideología revolucionaria» ni «beligerancia política». Pide la colaboración de tres artistas argentinos y un uruguayo, y les propone pintar el techo abovedado, las paredes y el piso, en un truco visual «algo etílico» que da la sensación de una caja de vidrio sumergida en el mar. El quinteto utiliza por primera vez pistolas de aire cargadas con pinturas sintéticas. Esos recursos pioneros hicieron imborrable al mural.

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(Escenificación en la Película «El Mural», del festejo de David Alfaro Siqueiros con los artistas uruguayos y argentinos, al finalizar la obra «Ejercicio Plástico»)

Siqueiros titula la obra «Ejercicio Plástico». A lo largo y ancho del sótano se ven peces y plantas marinas. También se entrelazan figuras femeninas desnudas. La modelo es Blanca Luz.

Tres meses de terminada su labor, el muralista participa en un acto de trabajadores comunistas y el gobierno argentino lo expulsa del país.

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(Vista muy parcial de El Mural) 

Siqueiros se va a Nueva York, solo. Blanca Luz  se queda a vivir con Botana.

Poco dura la relación porque Botana fallece en un accidente automovilístico en 1941, mientras viaja hacia un casino en uno de sus tres Rolls Royce. Sus herederos no logran evitar que el imperio periodístico se desmorone en poco tiempo.

En 1935 -a los 30 años – está divorciada de Siqueiros, viviendo en el norte de Chile, casada por los ritos católicos con Jorge Béeche, ingeniero de minas y diputado radical. A fines de 1938 nace su hija María Eugenia.

En 1942, Blanca Luz es la Jefa de prensa de su amigo y candidato radical a la presidencia de Chile,  Juan Antonio Ríos.

Se divorcia y se casa nuevamente con un alto ejecutivo de apellido Brunson; nace su hijo Nils, en 1948.

En marzo de 1957 ayuda al discutido peronista Patricio Kelly a huir de la cárcel de Santiago, disfrazado de monja. La situación de Blanca Luz se complica y se va a vivir a la Isla Juan Fernández, la misma en la que Defoe ubicaría a su Robinson Crusoe.

En 1963 apoya a Eduardo Frei Montalva en su campaña por la presidencia de Chile, la otrora furiosa militante comunista apoya ahora a un  político demócrata cristiano, formado en las filas del derechista Partido Conservador

El triunfo de la Unidad Popular y de Salvador Allende la llena de miedo y angustia y quiere irse de Chile. En una actitud que aún no se logra comprender busca por varios medios que el gobierno de Jorge Pacheco Areco le conceda una representación cultural en alguna embajada.

Cuenta Miguel Sánchez-Ostiz. “Recuerdo bien la cabaña en la que vivió Blanca Luz. Está en los alojamientos La Aldea Daniel Defoe y es la más apartada, junto a un estero. Se llama Cabaña Ann Pink, por uno de los barcos de la flota de Anson, el que llevaba los pertrechos. No había sido aquel su primer alojamiento en la isla. De su atrezzo personal quedaba muy poco, pero se adivinaba que aquel había sido un retiro grato. –

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«Cabaña Anne Pink en la Isla Juan Fernández)

En ese escenario fue donde pintó sus paisajes isleños, el omnipresente cerro Yunque, las cabras que han desaparecido …, personajes femeninos más tahitianos que chilenos… No estuvo por completo aislada. Sus idas y venidas al continente fueron constantes, pero ahí escribió poemas, muchas cartas y unas memorias que tal vez sean las mismas que se han publicado con el título Cartas de amor a Siqueiros. Por delante del ventanal que daba a la bahía pasaban cardúmenes de vidriolas, detrás de los pejerreyes, y lobos marinos, como ahora.

 

En la Isla Fernando con un pescador

(Banca Luz con un pescador en la isla Juan Fernández)

Ahí fue donde recibió la noticia de la muerte de su segundo marido, David Alfaro Siqueiros.

Toda la pintura naif de Blanca Luz Brum y su literatura tienen interés en la medida en que son obra de alguien convertido un personaje literario.

La afirmación de “Mejor hembra que poeta”, de Martín Adan, es brutal, ofensiva, pero Blanca Luz no era buena escritora y como pintora, naif. Su mayor atractivo, ya en vida, es su biografía, la complejidad de su personalidad.

Una vida novelesca la suya.

Izquierdista, pasó por el peronismo y acabó en el pinochetismo cacerolero.

Me temo que con Blanca Luz sucede lo que con aquellos de quienes se habla y se escribe mucho en el terreno de la leyenda y las mitomanías, sociales y literarias, que la verdad se escapa.

En la isla le tienen verdadera devoción, alimentada por años de relatos siempre entre la realidad y la ficción. Yo  escuché  brindar por ella al grito de “¡Por nuestra madre!”.

En setiembre de 1984, poco tiempo antes de fallecer concedió una entrevista al periodista Juan Gana, y Blanca Luz decía:

“Yo he amado y me han amado. A veces he amado y no me han amado.

Algo de leyenda tengo y no puedo evitarlo. Una leyenda que algunos distorsionan u otros mejoran según la simpatía que me tengan.

Todo lo que he tenido lo he dado. Lo que podría parecer vanidad no es otra cosa que seguridad en mi misma. Y por esa seguridad también tuve que pagar un alto precio, que es el juicio de los demás. La incomprensión es el precio más cruel, y también la soledad.

Pero también ha pasado el tiempo de justificarme ante la vida, por mi vida, por mis libros, mis pinturas. Ha pasado el tiempo de justificarme.”————————

En el año 2011 se estrenó la película “El mural” sobre la historia recuperada de la obra de Siqueiros, pero en realidad trata también la vida de esta aventurera compatriota, Blanca Luz Brum.

El rescate del mural

Natalio Botana falleció en 1941, en un accidente automovilístico. Su imperio económico apenas sobrevivió unos años y en 1948 la quinta Los Granados con su tesoro oculto en el sótano, fue parcelada y rematada. A partir de ese año se sucedieron varios dueños y litigios ligados con cuestiones de compra-venta. Salvo alguna excepción, nadie tenía idea de la riqueza patrimonial que yacía bajo los salones de la casa.

Vertieron ácido sobre sus paredes, las cubrieron de cal, clausuraron con llave el sótano, lo dejaron a merced de la humedad y el deterioro del tiempo. La obra resistió, en buena parte debido a la técnica con la que había sido realizada. “Pintada al fresco con materiales tradicionales, hoy no existiría”, comenta Ana López Quijano.

A fines de la década del 80, se hablaba del remate judicial de la quinta que, a esas alturas yacía cubierta de malezas, totalmente abandonada. Es en ese momento cuando Héctor Mendizábal, un hombre de negocios, toma conocimiento de la existencia del mural y guiado por el inmobiliario a cargo lo visita. Iluminados apenas con la luz de una vela, ambos bajaron al sótano y vieron las filtraciones de agua, las ventanas rotas, las cenizas de un fuego hecho por algún vagabundo, la suciedad tras la cual se vislumbraban rostros, miradas, torsos femeninos, cabelleras suspendidas en el agua.

Mendizábal decidió armar una sociedad para comprar el inmueble, viajó a México, se contactó con el restaurador Manuel Serrano e inició un nuevo y polémico capítulo: la extracción del mural. La compleja obra de ingeniería implicó la demolición del salón que estaba sobre el sótano y la delicada remoción de las superficies que albergaban la obra. Mientras que algunas voces cuestionan esta intervención, otras insisten en defenderla. “Cuando se lo separó de la humedad de la tierra, se detuvo su deterioro -afirma el restaurador Eduardo Guitima, presente en los trabajos realizados en aquel momento e integrante del más reciente equipo que trabajó con el Siqueiros. Así se lo comenzó a salvar”.

En 1991, desmontado en seis partes, el mural se guardó en contenedores. Iba a permanecer unos meses allí. Terminaron siendo 17 años. Entretanto, hubo denuncias de que se lo quería sacar del país, intervenciones mediáticas, acumulación de deudas, complicaciones legales, una quiebra, una nueva venta, conflictos con acreedores, abogados, discusiones sobre la propiedad de la obra.

Un descomunal atolladero jurídico y económico que amenazaba devorarse al mural. Para sacarlo del letargo fueron necesarios el acuerdo entre dos presidentes -el mexicano Felipe Calderón y la argentina Cristina Fernández de Kirchner, el aporte económico de empresas privadas mexicanas y argentinas (unos 800.000 dólares), el nombramiento de una comisión asesora, la participación de restauradores mexicanos, profesionales del taller Tarea de la Universidad Nacional de San Martín, la Universidad TecnológicaNacional y lo que los funcionarios describen como una férrea voluntad para resolver el intrincado conflicto de intereses.

En diciembre del 2010 autorizan a  pagar $ 12 millones por el mural de Siqueiros. El Gobierno Argentino dispuso ese gasto en concepto de indemnización por la expropiación de la obra.  Actualmente, el mural Ejercicio Plástico forma parte del Museo del Bicentenario, emplazado en la Aduana Taylor (hacia el lado este de la Casa Rosada), y puede ser disfrutado por todos sus visitantes.