Punta del Este, Uruguay

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A DÍAS DE CUMPLIRSE 97 AÑOS DE LA MUERTE DEL ÚLTIMO MATRERO



Martín Aquino, el último matrero uruguayo era muerto los primeros días de marzo de 1917; admirado por muchos, perseguido por la autoridad.

Ponciano Martín Aquino nació en la Rambla, lugar donde el arroyo Vejigas desagua en el río Santa Lucía, Canelones.
Era hijo natural de Francisca Aquino, viuda de Fabián Pinela, de quien tuvo un hijo, Gregorio Pinela, medio hermano y compañero de correrías de Martín.

Su padre fue un estanciero casado de Treinta y Tres, de apellido Sánchez, con quién Francisca había tenido ya dos hijos, Regina y Emiliano.

Es conocido también como el último de los matreros, tradicionales personajes rurales que vivían al margen de la ley y fueron el producto de la desocupación que trajo como consecuencia el alambramiento de los campos.

Se le define como un “bandido rural”, figura que aparece en las zonas rurales que comienzan a sentir las consecuencias de la modernización. Es la expresión del malestar que sienten las comunidades ante el desequilibrio que les generó la penetración del capitalismo.

Aquino simboliza la resistencia a un sistema que se percibe como injusto y por este motivo el personaje cobra dimensiones heroicas.

Despertó una profunda simpatía entre los pobladores de la campaña que se solidarizaban con el matrero, ayudándolo a ocultarse de la policía.

La camaradería de sus coterráneos le permitía moverse con libertad a plena luz del día y asistir a todo tipo de festividades.

Son muchas las fuentes que atestiguan que siendo aún muy joven participó en la revolución Saravista de 1904, peleando según parece para ambos bandos. Primero enlistado con el General Benavente bajo la divisa Colorada en Tala, pero luego, como el mismo declarará años después ante el juzgado de Minas, termina siendo desarmado con el resto de los blancos en Nico Pérez.

Se desconoce cuanto tiempo militó en cada bando, y porque circunstancias emigró de uno al otro. Vuelto a su pago, con escasa educación, intentó ejercer diversos oficios (trabajó incluso, durante algunos meses como policía en la localidad de Tala) para terminar como peón de estancia.

 

Fuera de la ley 
Tropeando caballos para su patrón, y por circunstancias desconocidas lo hiere de tres tiros en medio de un altercado, dándose posteriormente a la fuga y quedando de ahí en más para siempre fuera de la ley. La tradición oral recuerda que el suceso se originaría cuando su patrón le pretendía descontar de su salario un par de vacunos ahogados al cruzar un arroyo, sin embargo la investigación de Abella desmiente este supuesto, y confirma la versión inicialmente enunciada.

Aunque, y a favor del matrero, demuestra también que las heridas no eran mortales, y que la muerte del estanciero fue muy posterior y debido a mala praxis médica (seguramente la ingestión accidental de la sonda con que le estaban alimentando).

Forzado por las circunstancias, vive entonces como matrero dedicándose al robo de ganado, (fundamentalmente de caballos) y al contrabando, siendo especialmente activo nuevamente en el sur del departamento de Florida y el norte de Canelones.

La zona es especialmente propicia para el matrero, por la simpatía que despierta en la población local, que lo protege y lo oculta, y por su excepcional conocimiento de la geografía de la zona, fundamentalmente el monte costero de los arroyos San Gabriel, Chamizo y del propio Río Santa Lucía donde continua con sus correrías.

Se enfrenta en varias ocasiones con la policía y crece el ensañamiento de las autoridades en su persecución.

En el año 1909 emboscado por dos guardia civiles última en feroz tiroteo al policía Juan Ojeda. Ante la voraz persecución de los cuerpos de seguridad escapa al Brasil pero es detenido en territorio brasilero en paso del centurión a metros del Río Yaguarón (límite internacional) y llevado a la comisaría del pueblo Yerbal (Brasil) y notificada las autoridades Uruguayas de su apresion se pide su extradición.

Prisión y sucesos de Horqueta de Arias

Cumple cerca de un año de prisión por los dos homicidios que se le atribuyen en la cárcel de Minas, en el departamento de Lavalleja.

Sin embargo, el vaqueano consigue fugarse espectacularmente en el año 1913, causando gran sensación en la prensa nacional y vuelve a estar activo en la zona de Florida, próximo a sus pagos natales de la Rambla. Resuelto a terminar con la leyenda del bandido, en junio de 1914 el jefe político de Florida, Teniente Coronel Juan Ignacio Cardozo, distinguido combatiente en filas coloradas en la guerra del 04, parte desde la capital departamental con un fuerte escuadrón policial.
Lo acompaña el Comisario Taumaturgo Román y al menos otros cinco funcionarios policiales más. Para desgracia de ellos, dan con el matrero y su hermano en Horqueta de Arias.

Tras la fuga de su compinche Pinela, Aquino se enfrasca en un osado tiroteo y desde el lomo de su caballo consigue a pesar de ser herido en su cuello, fugarse una vez más de la autoridad policial. En el campo ha quedado tendido ya muerto el coronel Cardozo, el comisario Rondan con heridas que le causaran la muerte a las pocas horas, y otros lesionados menores.

El escándalo político ya es de nivel nacional, y desde Montevideo se despachan elementos militares representados por el regimiento 12 de caballería bajo el mando del comandante Klein. Pese a todo, entrelazándose con la leyenda, el matrero consigue una vez más evadirse y se le pierde la pista.

Su figura comienza a tener una aureola de heroísmo que despierta admiración entre la gente del campo y de la capital. Las noticias que exponen sus hazañas son seguidas con gran atención.

Vida en Cerro Largo

Con otra identidad, Aquino consigue el amparo del caudillo nacionalista Neponucemo Saravia. Durante un tiempo, cobijado por este hombre se dedica a tareas de peón agregado, tropeo de ganado, y ocasionalmente al contrabando.

Para marzo de 1917 las autoridades reciben informaciones de la presencia de Aquino, seguramente de José Saravia caudillo colorado, tío y enemigo del primero. Es tal la fama del forajido que las autoridades locales, instruidas desde Montevideo deciden realizar un complejo plan para capturarlo. A tales efectos infiltran un hombre dentro de los allegados de Aquino, de nombre Nicomedes
Olivera. Confirmada la identidad de Aquino, e informados de sus hábitos la policía se prepara para asestarle el golpe final.

Muerte y leyenda

En un rancho de la localidad de Fraile Muerto, es rodeado por la policía junto a sus compañeros de andanzas: Roque Franco y el Indio Malgarejo.
Aquino es desde un principio quién de manera más osada responde con un revolver Colt, y otro Orbana al fuego policial.

Melgarejo cae en las refriegas iniciales y Aquino recibe varias heridas que comprometen faltalmente su salud. Vista la situación, Franco consigue escaparse («ganar el monte» en la terminología de la época) y Martín resiste solo, la acometida de los 16 polícias que le tienen rodeado. En un acto que corona su leyenda, usa la última bala que le queda en su cargador para auto eliminarse: prefiere matarse a darle el gusto de que lo hicieran los policías. Su cuerpo, ya muerto, recibe otros balazos y es exhibido infamemente por las calles de Melo desde un humilde carro.

Nadie pudo dar nunca más con Franco. El compañero de andanzas de Aquino consigue evadirse instantes antes lanzando un colchón por la ventana, en el que los policías descargan sus tiros, ganando el tiempo justo para escaparse. La venganza de este último matrero penderá siempre en su amenaza sobre la cabeza del traidor Olivera.

Aquino se consagró como una leyenda popular y en el presente se relata con orgullo y cordialidad las circunstancias de su encuentro con el último de los matreros.

«Aquino fue generoso / cariñoso con su madre / del coraje no hizo alarde / y fue amigo bondadoso. / Nunca se mostró orgulloso / y se largó de matrero / para defender su cuero / él siempre solía decir: / peliar antes de morir / mi libertá es lo que quiero».

Fragmento de versos atribuidos a su amigo Roque Franco (Abella, 2009: 319)

En 1996 se estrenó en Uruguay la película «Martín Aquino, el último matrero» de Ricardo Romero Curbelo, producida por Cimarrón y protagonizada por Raúl Solá (M.Aquino) y Martín Berisso (Franco -Francisco, su mejor amigo).

Una de las pocas películas realizadas en Uruguay con recreación histórica y en el medio rural. Este drama cuenta la historia del último matrero oriental y sus peripecias, amores y peleas con facón, entre caballos y pulperías.

Fuentes:
Abella, Martín Serrano 2009 Martín Aquino el matrero. Editorial Fin de Siglo. Uruguay.
enlacesuruguayos.com

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