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Cruceros, hoteles, petroleras, todo. Con la mar en «calma chicha» , ganancia de saudíes; con técnicas «de manual». Hackearon intereses de EE.UU, mientras se distraía.
Las grandes empresas de cruceros, dan gigantescas pérdidas y desde Arabia Saudí, compran la mayoría de sus acciones a la baja, con dinero suficiente para esperar el tiempo necesario y apostando a la revitalización millonaria, aunque demore.
Nos referimos con calma chicha a un estado de tranquilidad, aunque con visos de no ser duradera y con una cierta inquietud que presagia problemas. Tiene origen en el lenguaje marinero, cuando la mar está en absoluta calma, sobre todo tras la tempestad o antes de que ésta se desate. Para los navegantes a vela, esta situación es habitualmente frustrante, pues la mar puede mostrarse como una balsa de aceite, indicativo de una ausencia total de viento que impide navegar, pero también de que el temporal puede presentarse de improviso.
Deriva de el latín ciccum y era muy usada en época cuando para orientar a los navegantes desde la costa en los días de niebla, lluvia, o posibilidad de gran tormenta, se introdujeron en los faros unos dispositivos que hacían sonar unas campanas por medio del viento o con el oleaje, pero el problema era que, cuando había calma, no funcionaban, y es normalmente en esas condiciones ocurrían los desastres.
La compañía de cruceros Carnival padece fuertemente la crisis por la pandemia de coronavirus y espera fuertes pérdidas en el cuarto trimestre. Según los resultados provisorios dados a conocer en Miami, las pérdidas netas en los tres meses hasta fines de noviembre fueron de 2.200 millones de dólares (1.800 millones de euros).
La pandemia de coronavirus afecta ya hace tiempo al gigante turístico, al que además de la alemana Aida le pertenecen también las empresas de cruceros Costa y P&O Cruises. El gigante del sector se vio afectado desde los inicios de la pandemia por brotes del virus en sus propios barcos y se convirtió así en símbolo de la crisis.
La pandemia paralizó prácticamente la industria de los cruceros desde mediados de marzo y muchas compañías entraron en emergencia económica.
En abril el fondo estatal árabe saudí PIF adquirió aproximadamente el ocho por ciento de Carnival a muy bajo precio; 684 millones de Euros.
El príncipe Mohamed bin Salman, quien ha transformado el PIF en un brazo inversor internacional
El desplome bursátil a raíz de la pandemia ha hundido a las empresas del entretenimiento, ocio y turismo. Una magnífica ocasión para comprar a precio de saldo. El fondo soberano saudí (por sus siglas, PIF) ha aprovechado el coronavirus para irse de compras.
En los últimos días reveló una participación de 730 millones de euros en la petrolera BP, una inversión de 629 millones en Boeing y posiciones de 460 millones en Citigroup y Facebook, al final del primer trimestre. Otras apuestas incluyen 437 millones en Walt Disney y 430 millones en Bank of America. Riad ha elevado su peso en varios iconos del made in USA.
De Compras
Los saudíes han metido el pie en sectores golpeados por la Covid-19 con precios bajos
Los saudíes tienen participaciones en sectores muy golpeados por la Covid-19, que incluyen una inversión de 454 millones en la cadena hotelera Marriott y otra de 684 millones en el operador de cruceros Carnival. Ambas compañías están haciendo frente a un cierre virtual de los viajes globales. Del mismo modo, el fondo reunió una cuota 367 millones en el promotor de conciertos Live Nation Entertainment, que se enfrenta a la prohibición de grandes aglomeraciones. También el PIF ha puesto sobre la mesa una oferta de 328 millones de dólares para hacerse con el club de fútbol inglés Newcastle.
El fondo estudia “cualquier oportunidad” que surja de los escombros de la crisis, dijo el gobernador del PIF, Yasir al Rumayyan, citando a las compañías aéreas, de energía y entretenimiento como ejemplos.
Los saudíes, en este caso, han entrado en el capital de las empresas más tocadas por el coronavirus, bajo el convencimiento de que las dificultades que estas atraviesan son pasajeras y que la inversión saldrá a cuenta.
La trayectoria del fondo soberano saudí, que gestiona 282.000 millones de euros en activos, es digna de estudio. Hace cinco años era un holding estatal poco relevante, que invertía esencialmente en empresas locales. El príncipe Mohamed bin Salman lo transformó en el 2015 en su brazo inversor para la renovación de la economía saudí. Hoy emplea a 700 personas y consigue rentabilidades del 4%-5%.
Sin discreción alguna y con jugadas que se podían ver venir, «de manual», han hackeado intereses de EE.UU,
La jugada no está exenta de riesgos. “Comprar activos de empresas en dificultades a precios bajos podría tener un significado estratégico para el PIF”, comentaban a las agencias fuentes del Research Institute for European and American Studies. “Pero en tiempos de recortes dolorosos en el gasto público, estas compras deberían haberse realizado de manera discreta”.
“Arabia Saudí le ha confeccionado una jugada maestra a EE.UU.”, confesaba un economista. “Primero, al causar una guerra de precios con Rusia, ha hundido el precio del petróleo y ha puesto de rodillas a su industria de shale de perforaciones de la roca. Y ahora, en plena pandemia, se ha hecho con sus empresas estratégicas a un precio muy competitivo. De manual”.