El Beechcraft no cayó en picada tras decolar en Punta del Este
Las hipótesis y conjeturas ya terminaron y dieron paso a la investigación minuciosa que realizan técnicos de los dos países del Río de la Plata. Revisan pieza por pieza el avión caído el jueves tras despegar del aeropuerto de Punta del Este, accidente que costó la vida de nueve argentinos y una portuguesa.
«Hay que ser cuidadosos y manejarse con rigor y cautela, porque lo importante ahora es definir con exactitud qué pasó para que el avión se cayera pocos segundos después de tomar vuelo», dijo a LA NACION uno de los responsables de la pesquisa.
El análisis forense de los cuerpos dejó certezas para los investigadores. Los dos tripulantes y los ocho pasajeros no murieron por el golpe de la caída, sino por asfixia o quemados. Eso indica que la caída de la aeronave no fue en picada. Fue brusca, pero no como para provocar directamente la muerte de los ocupantes.
Lo mismo determinaron los peritajes del avión en el lugar del accidente. Los daños muestran que no hubo un impacto tan fuerte. El avión recién había despegado y no pudo haber tomado mucha altura. Este hecho da sustento a la hipótesis de que una inadecuada configuración aerodinámica del avión impidió finalizar correctamente la maniobra de despegue.
El análisis técnico corresponde a la Comisión Investigadora de Accidentes e Incidentes de Aviación (Ciaia). El respaldo lo dan los investigadores que llegaron desde Buenos Aires y pertenecen a la Junta de Investigación de Accidentes de Aviación Civil (Jiacc).
El avión fue retirado de la Laguna del Sauce, donde cayó, y trasladado a un hangar del Aeropuerto de Carrasco. Los peritos aeronáuticos ya hicieron una revisión completa del avión antes de que fuera trasladado al lugar donde se hará la investigación final.
En el juzgado de Maldonado esperarán los resultados. Ya se hicieron todas las inspecciones en el lugar, se tomaron testimonios de personal del aeropuerto, trabajaron con los forenses y con técnicos aeronáuticos, pero ahora todo queda supeditado a lo que aporte la comisión investigadora. Eso llevará su tiempo.
Ya se comprobó en la laguna que el fuego deformó las ventanas del avión y destrozó la cabina del piloto. Uno de los mandos estaba prácticamente derretido y caído sobre uno de los costados del aparato, apenas agarrado por algunos cables.
El ala izquierda, que quedó destrozada, fue la que tocó el agua; se estima que eso hizo girar el avión para que quedara en sentido contrario al que iba, en dirección al aeropuerto.
El reporte de los primeros socorristas indicaba que no había posibilidad de rescatar a alguien con vida. El avión estaba envuelto en llamas, el calor era insoportable y no había cuerpo alguno que hubiera salido despedido hacia el agua o a tierra.
Según el diario El País, cuando los bomberos lograron entrar en la aeronave encontraron que todos los cuerpos estaban en sus asientos y que tenían los cinturones de seguridad ajustados. Todo fue tan rápido que no hubo tiempo para nada.
El primer bombero que ingresó en el avión dijo a uno de los dos técnicos de la Jiacc que el fuego había sido en la cabina del aparato. Y al ser consultado por el investigador argentino sobre cómo ardió el fuselaje, respondió que el fuego surgió por derrame del combustible de los tanques.
Un controlador de vuelo declaró que le había llamado la atención que el Beechcraft B90 King Air demoró más que lo normal para carretear en la pista, y que no tomó la altitud acostumbrada. Su testimonio da cuerpo a la hipótesis de una mala configuración de flaps para el despegue. Este funcionario de la Base Naval diseñó un dibujo en el que mostró la posición en la Torre de Control con relación a la pista 01, utilizada por el avión accidentado.
El comandante de Aviación Naval, capitán Gonzalo Ciganda, contó a LA NACION que vio desde la base cuando despegaba el avión y, también, cómo se vino abajo enseguida