Jun
24
En Uruguay también hay inconscientes.
Columna de opinión.
Mientras que Uruguay ocupaba las noticias del mundo por su manejo de la pandemia sin necesidad de decretar cuarentena obligatoria, toque de queda o estado de alarma; nos enorgullecía saber que somos ciudadanos respetuosos de nosotros y de los demás, conscientes de los riesgos y acatando una cuarentena voluntaria pese a los sacrificios y conflictos afectivos, y económicos que ello nos significaba.
Hace dos días nos despertamos con unos rebrotes en Treinta y Tres; pero más indignante aún, al menos para quien esto escribe, las fiestas aparentemente indispensables que se realizaron en Punta del Este.
Quienes concurrieron no fueron personas de escaso poder económico, creemos que han de haber sido educados correctamente, seguramente si, pero mal aprendidos, como decía mi abuela. Las fiestas no se hicieron por indigentes en « el’ rancho ‘e la cambicha ».- Con respeto a los indigentes, pues serlo no es sinónimo de falta de educación, respeto o sentido común.
Hay gente durmiendo en albergues, hay trabajadores sin trabajo pensando como mantener a su familia, comerciantes luchando por buscar la vuelta para seguir; mientras, un grupete de inconscientes, seguramente al borde del suicidio por no tener espacios de beberaje fino y música en manada, se desborda realizando tres, al menos hasta donde se sabe, fiestas de nutrida concurrencia y cero precaución.
No pensaron en ellos, no pensaron en sus familias ni amigos, en nadie. Desearles siquiera un contagio, sería ponerse a la altura de su estúpida y supina ignorancia. No lo hacemos, porque la mayoría en este país, ha sabido sacrificar hasta el ver nacer un hijo o acompañar a un familiar en sus últimos momentos, porque hemos pensado en todos y en nosotros.
Lamentablemente, el hecho y las imágenes están en yutube y la que comparto ahora es la que menos epítetos nos dedica.
Lo lamentable es que posiblemente con las imágenes que los mismos necios subieron a las redes, (seguramente en estado de ebriedad o más, pues de otro modo no se entiende), no se les podrá identificar a todos y si Dios o la naturaleza no nos ayuda, los encontraremos cuando aparezcan casos en Maldonado o en el departamento donde se encuentre la piedra bajo la cual se habrán escondido.
Las autoridades han puesto multas y una clausura; seguramente no bastará. Como bien dijo Martín Fierro:
«al que nace barrigón, es al ñudo que lo fajen»