«house sitting» como recorrer el mundo no sólo no pagando, sino cobrando.
Vivir en lindas casas por diferentes ciudades del mundo, casi como un local y no pagar por el alquiler. Sí, es posible y Magalí Vidoz, una cordobesa de 30 años, encontró la fórmula milagrosa con el house sitting. Ahora, después de cuatro años de haber cuidado más de 25 casas con gatos, perros y hasta una lagartija y una tortuga en Australia, Nueva Zelanda, Italia, Bulgaria, Tailandia, entre muchos otros países, y ser palabra autorizada en el tema, acaba de lanzar una guía digital, con consejos y experiencias para otros viajeros que quieran probar esta modalidad. (La guía se puede descargar en http: /laguiadehousesitting.com/hs/ y cuesta US$ 8).
El house sitting es una de las tantas patas del llamado turismo colaborativo y consiste en cuidar casas, generalmente con mascotas, jardines y plantas, mientras sus dueños se van de viaje por un tiempo. Por ahora, una modalidad no tan habitual por estas tierras, pero muy difundida en Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda.
No se cobra por el trabajo: es un intercambio donde las dos partes ganan: el dueño, porque le cuidan la casa y las mascotas, y el cuidador, porque se aloja gratis.
Magalí conoció el house sitting por casualidad. Estaba en una granja en La Toscana, un poco cansada, haciendo un intercambio de trabajo por alojamiento y comida cuando fantaseó con cuidar una casa con gatos y estar en soledad, con tiempo para sus proyectos personales. Un día libre se sumergió en Internet hasta que después de horas de búsqueda dio con el bendito término en inglés que nunca había escuchado en su vida, pero que en adelante se convertiría en su faro.
Dos meses más tarde estaba cuidando su primera casa en Alicante y tres meses después, una pareja de retirados ingleses la llamaron para cuidar cinco gatos y su casa en las sierras de Andalucía. De allí en adelante el house sitting se convirtió en su nueva forma de viajar y no paró de cuidar casas alrededor del mundo durante los últimos cuatro años.
-¿Qué cualidades hay que tener para hacer house sitting?
Diría que tenemos que tener tres cualidades básicas. En primer lugar, ser flexibles en nuestros tiempos, porque cuanto más disponibilidad tengamos, mayores serán nuestras posibilidades de organizar un viaje real. En segundo lugar, ser personas dedicadas: aunque es un intercambio voluntario, no deja de ser un trabajo y hay que ser absolutamente responsables al momento de viajar a cuidar una casa, porque de esta manera estamos ayudando a que esta red de viajeros siga creciendo. La última cualidad se desprende de la anterior: los sitters tenemos que ser viajeros con mucha responsabilidad. La mayoría de las veces tendremos mascotas, jardines y casas a cargo y tenemos que actuar con sentido común para tener una bonita estadía en que los términos de ambas partes sean respetados.
-¿Cómo se hace para lograr cuidar una casa?
Para cuidar una casa tenemos que ser dedicados, específicos y muy detallistas con el armado de nuestro perfil y nuestra carta de presentación en las páginas Web que conectan ambas partes. Lleva tiempo hallar una forma de perfil que responda a nuestra personalidad pero que también sea bien recibida por los propietarios de las casas. En ese sentido, la única opción es experimentar.
Es gracias a nuestro perfil como los dueños nos conocen y nos eligen para dejar su vida en nuestras manos, por lo que cuanto más trabajemos en esta parte del proceso, mayores serán las probabilidades de que nos elijan, como cuando nos presentamos a un trabajo.
-¿Tuviste algún inconveniente en alguna casa?
Este año estuve nueve meses de viaje por Australia (siete de los cuales hice house sitting) y sólo una vez tuve una mala experiencia: mi pareja y yo habíamos combinado con una señora que tenía una casa en Sydney y nos necesitaba durante tres semanas para cuidar su perro y su gato. Cuando arribé a la casa estuve casi dos horas llorando de desesperación: encontramos una cocina con todo podrido, camas con pulgas, toallas y sábanas llenas de pelos de perro, alimentos descomponiéndose en todos lados? Después de dos días de limpieza ardua y sin lograr desinfectar la casa, le envié un correo a la dueña de la casa explicándole por qué me veía en la situación de abandonar la casa. Fue la primera vez que decidí «renunciar a mi puesto».
-¿Te sentís cómoda con las cosas de otro, hasta la mascota de otro?
A veces sí y a veces no. La mayoría de las veces sólo necesito mi momento de conexión con la casa, las mascotas y el jardín: ordenar, limpiar… Si la cosa es de larga duración, armar mi pequeña oficina de trabajo, prender un sahumerio? todas esas cosas que haría en mi propia casa. Adaptarse a una casa particular, a mascotas particulares, a los ritmos de cada ciudad? ¡es precioso!
Y la verdad es que disfruto muchísimo habitar diferentes casas y sentir esa sensación de «hogar» que a veces sentimos los que viajamos sin billete de regreso. Con los animales es un capítulo aparte. Realmente house sitting debería hacerle honor a las mascotas y denominarse pet sitting. Con las mascotas sucede como con las personas: a veces tenés química rápidamente, otras veces tenés que construir una relación. Después de estos cuatro años, si bien recuerdo algunos casos en los que no tuve química con los animales, la mayoría de las veces cerré la puerta de la casa llorando de emoción y abrazando más a las mascotas más que a los dueños?
-¿Que recomendación le darías a alguien que quiere hacer house sitting?
La recomendación es para ambas partes, cuidadores y propietarios: sinceridad, sinceridad, sinceridad. No vale decir en nuestros perfiles que sabemos todo de mascotas si jamás hemos tenido relación con ellas, así como sería incorrecto decir que una casa es perfecta y luego sucede que no tiene agua caliente, que los animales son super demandantes y el cuidador no tiene tiempo ni para sí mismo. Sinceridad de ambos lados para que la experiencia sea verdadera e íntegra. Y por otro lado, para aquellos que están con la idea de comenzar un viaje diferente: perseverancia. Que nos respondan positivamente para cuidar una casa no es tan fácil como parece y merece un esfuerzo extra que tenemos que poder dar. Sin embargo, con el tiempo, y haciendo las cosas bien (un buen perfil, bonitas fotografías, sinceridad, etc.), la oportunidad de cuidar una casa del otro lado del planeta simplemente llegará.
-¿Llegás a sentirte como una local más?
Creo que es difícil sentirse «local» o «una más» en culturas que son muy distintas a las nuestras. Pero haciendo house sitting tenemos mucho tiempo más para bucear en una cultura, participar de sus pequeños rituales, ser «viajeros de lo cotidiano»: comprar en los mercados locales, visitar a los vecinos, comer con ellos, aprender de ellos y de cómo viven y sienten su país, participar de actividades locales .
-¿Por qué decidiste escribir la guía?
Porque house sitting es una forma de viajar que todavía no se practica en América Latina por lo que no existe todavía material de primera mano para aquellos que están decididos a practicar house sitting. Si bien todavía el idioma oficial de esta forma de viaje es el inglés, el hecho de escribir una guía en español nos abre la puerta a los viajeros del mundo hispano a una nueva metodología de viaje que tiene todas las de ganar.
En la Argentina, además, los viajeros tenemos una asignatura pendiente, que es volver a confiar: confiar en que un desconocido va a cuidar nuestras mascotas y nuestra casa a la perfección, confiar en que nos vamos a poder ir de viaje con paz mental y que vamos a poder disfrutar de nuestro tiempo lejos mientras viajeros del mundo se quedan en nuestras casas. Una última razón es contar mis viajes y desmitificar el hecho de que para viajar se necesita mucho dinero: haciendo house sitting no pagamos renta, gastos fijos y muchas veces ni siquiera comida, por lo que nuestros gastos se reducen al mínimo.
Sitios para conectarse
Hay páginas intermediarias que conectan viajeros con dueños de casas. En ellas se puede buscar casas y anotarse para dejar el perfil personal.
Algunas opciones: trustedhousesitters.com, housecarers.com y mindmyhouse.com