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José Ignacio, el balneario con historias y leyendas que explican su particular actualidad.
El Faro de José Ignacio, toda la historia que llega con nostalgia de tiempos matreros, marinos intrépidos, y el pujante presente cimentado en aquellos insospechados sueños, que lo ha transmutado en balneario internacional y muy cotizado; sin olvidar su esencia.
Moderno, chic, recomendado internacionalmente, elegido por sus playas, sus construcciones sin torres pero exquisitas, la gastronomía, la pesca, el mar azul matizado por atardeceres abrumadores; pero sin perder la añoranza de otros tiempos.
Su construcción, otorgada por concesión del 13 de julio de 1875 a la empresa Costa y Cía, fue finalizada en 1877. Los viejos fareros como Dn. Rodolfo Scarone, supieron de las épocas de subir escalón por escalón, cada atardecer, para encender la llama a mecha de petroleo, que guiara a los navegantes, y volver a hacerlos al amanecer para apagarla. Tal la costumbre que nos contaba Dn. Rodolfo que aún luego de automatizado el encendido, recién cuando llegaba con cansino paso a la altura, recordaba que ahora, con una simple llave, se encendía desde abajo.
Las propiedades de los Pagola comenzaban en el Faro y se extendían sobre la costa, a lo largo de la playa mansa; fueron fundamentales en la historia del lugar y fueron testigos de la vida de muchas de sus generaciones.
El 31 de diciembre de 1907 paso a dominio del Estado, dependiendo del Ministerio de Obras Públicas. Por decreto del 29 de abril de 1933 pasa, con el Servicio de iluminación y Balizamiento a depender de la Armada Nacional y es en el correr de los años 1971 a 1973 que se organiza su remodelación, siendo esta realizada por el Servicio de Instalaciones Navales y el Servicio de Iluminación y Balizamiento.
En épocas en que el balizamiento en nuestras costas oceánicas y en el RÍO DE LA Plata no existía o era insuficiente fueron muy frecuentes los siniestros marítimos debido a encalladuras o verduras de los buques en las costas o restingas. Los registros de tales accidentes son numerosos, y las historias verdaderas, sumadas a las leyendas de los increíbles tesoros que yacen en el fondo del mar, las superan.
A medida que se fueron instalando los faros, balizas, y boyas la frecuencia de siniestros en la navegación fue disminuyendo.
No podemos olvidar a don Antonio Lussich, quien entre sus múltiples ocupaciones y mientras importaba las especies que hoy integran el Arboretum que lleva su nombre, dirigía la compañía familiar de rescates marítimos
La construcción y fundación del Faro de José Ignacio fue el llamado a civilizar una, hasta entonces inhóspita zona que hoy es el polo de atracción de turistas del mundo entero. Ha dejado de ser un pueblito de aficionados a la pesca y a la caza submarina, e ingresó sin querer a las páginas de las revistas de moda de la mano de personajes de la farándula del país vecino.
Se destacan las magníficas edificaciones que han sabido construirse en consonancia con los materiales naturales del lugar, los restaurantes, alguno premiado y reconocido internacionalmente, así como la movida nocturna, presentación de marcas, desfiles y bodas de parejas de alto perfil que no dudan llegar desde Europa o América del Norte con invitados y todo, para tener un sueño inigualable.
La construcción abarca desde los símiles a clásicos «ranchos» pescadores, pero con comodidades y materiales extraordinarios, hasta los más vanguardistas como El Secreto